Paseando por Newport, el día de la gran parada de veleros, vimos esta enorme bandera colgada sobre uno de los muros del castillo donde se celebra el famoso festival de jazz y folk de la ciudad. No pudimos evitar, mi sobrino Sebastian y yo, posar en actitud solemne ante tan descomunal símbolo de orgullo americano.
El restaurante Les Halles de la Av. Madison fue el lugar que nos propuso Michael Torke a mi hermana Aurora y a mí para nuestro encuentro en New York. Después de un menú en el que sólo acertó él, como es natural, y tras un paseo por la ciudad imponente hasta el Flat Iron, nos despedimos de él, encantados y exultantes. (Ver Portal)
El catedrático e investigador Pedro Meléndez tomaba el turno en esta serie de conferencias para alumnos de Bachillerato. En esta ocasión, su ponencia estuvo ilustrada por el montaje audiovisual que imaginamos juntos para ofrecer una visión directa de la intervención del ciclo solar en los enterramientos de Gandul.
El director de “¿Por qué se frotan las patitas?”, película de culto en el IES Albero, tuvo la deferencia de llegarse hasta el instituto para dar una charla sobre su trabajo, en la culminación de la I Semana del Cine del Centro, y fue testigo del concurso de disfraces de cine. Su conversación confirmó nuestra admiración hacia él.
Los juegos y actividades que se proyectaron para esta ocasión se vieron apoyados por la enorme participación del alumnado del IES Albero. El crucigrama gigante, la gymkhana, las super-preguntas, el concurso de disfraces, el quiz por internet, las charlas y exposiciones, tuvieron el éxito que deseábamos.
El punto de vista de los actores fue especialmente elocuente en nuestra Semana del Cine. Cesáreo Estébanez y Antonio Dechent, presentados por Antonio Hermosín, compusieron una visión divertida y peculiar sobre el mundo del cine, aliñada de anéctodas personales y muy lejana de la de los prescindibles directores, según ellos.
Forges, el inigualable humorista gráfico, nos visitó para contarnos sus historias y sus ideas. Juan Antonio Muñoz, el artífice de todas estas visitas, lo convenció para inaugurar el curso del IES Albero, y así lo hizo. Se retrasó un poco, no por su culpa, pero respondió como un hombre de palabra. Todos dijimos ¡Viva Forges!
Así nos denominaron, el Clan de Directores, quizá por nuestra unión y complicidad, tras años de intereses contrapuestos entre los institutos de Alcalá. Valga ahora mi homenaje a ellos: Mª Jesús, María, Manolo y Enrique. No creo que haya habido mayor coordinación y eficacia en la idea de Educación en nuestra ciudad.
Colaboró en el libro Elogio de la palabra. Después se comprometió a venir al IES Albero. Entonces, ganó el Premio Alfaguara de Novela, con lo que su agenda se multiplicó. Aún así, mantuvo su promesa, nos visitó y nos ofreció una de las charlas más amenas e intensas de las que hemos sido testigos.
Da igual el año, da igual la estación, es París y basta. Tampoco importa que sea un día gris, porque París es la ciudad de la Luz, la invisible, la del esplendor del saber y la belleza. Así que, por puro capricho, y por encajar la página y otras cosas, Rosalía y yo posamos ante el Palacio del Luxemburgo, relajados y felices.
